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Deucalion y Pirra. Giovanni Maria Bottala. 1613-1644 |
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Antes que todas las cosas, en un comienzo, fue el infinito Caos.
Después Gea (La Tierra) la de amplio pecho, sede siempre segura de todos
los inmortales que habitan la nevada cumbre del Olimpo. En el fondo de
Gea de anchos caminos existió el tenebroso Tártaro (es tanto una deidad
como un lugar del Inframundo). Por último, Eros (dios de la fertilidad,
la atracción sexual, el amor, el sexo), el más hermoso entre los dioses
inmortales, que afloja los miembros y cautiva de todos los dioses y
todos los hombres el corazón y la sensata voluntad en sus pechos. Del
Caos surgieron Érebo (La Noche) y la negra Nix (La Luna). De Nix a su
vez nacieron el Éter (La Luz) y Hemera (El Día), a los que alumbró
preñada en contacto amoroso con Érebo. Gea alumbró primero al estrellado
Urano (El Cielo) con sus mismas proporciones, para que la contuviera
por todas partes y poder ser así sede siempre segura para los felices
dioses. También dio a luz a los grandes Ourea (Las Montañas), deliciosa
morada de diosas, las Ninfas que habitan en los boscosos montes. Ella
igualmente parió al estéril piélago de agitadas olas, el Ponto (El Mar),
sin mediar el grato comercio.
Luego,
acostada con Urano, alumbró a Océano de profundas corrientes (enorme
río que circundaba el mundo, representa a todos los cuerpos de agua
salada), a Ceo (La Inteligencia), a Crío, a Hiperión (La observación), a
Jápeto, a Tea (El Brillo, El Resplandor), a Rea (La Naturaleza), a
Temis (La Justicia), a Mnemósine (La Memoria), a Febe de áurea corona
(El Intelecto) y a la amable Tetis (diosa del mar, La Tutela). Después
de ellos nació el más joven, Cronos (El Tiempo), de mente retorcida, el
más terrible de los hijos y que se llenó de un intenso odio hacia su
padre. Dió a luz además a los Cíclopes de soberbio espíritu, a Brontes
(El Trueno), a Estéropes (El Relámpago) y al violento Arges (El Rayo),
que regalaron a Zeus el trueno y le fabricaron el rayo. Éstos en lo
demás eran semejantes a los dioses, pero en medio de su frente había un
solo ojo. Cíclopes era su nombre por eponimia, ya que efectívamente, un
solo ojo completamente redondo se hallaba en su frente. El vigor, la
fuerza y los recursos presidían sus actos. También de Gea y Urano
nacieron otros tres hijos enormes y violentos cuyo nombre no debe
pronunciarse: Coto, Briareo y Giges, monstruosos engendros, gigantes de
cien brazos y cincuenta cabezas <<...>>
Pues
bien, cuantos nacieron de Gea y Urano, los hijos más terribles, estaban
irritados con su padre desde siempre. Y cada vez que alguno de ellos
estaba a punto de nacer, Urano los retenía a todos ocultos en el seno de
Gea sin dejarles salir a la luz y se gozaba cínicamente con su malvada
acción. La monstruosa Gea, a punto de reventar, se quejaba en su
interior y urdió una cruel artimaña. Produciendo al punto un tipo de
brillante acero, forjó una enorme hoz y luego explicó el plan a sus
hijos. Armada de valor dijo afligida en su corazón: “¡Hijos míos y de
soberbio padre! Si queréis seguir mis instrucciones, podremos vengar el
cruel ultraje de vuestro padre; pues él fue el primero en maquinar
odiosas acciones.” Así habló y lógicamente un temor los dominó a todos y
ninguno de ellos se atrevió a hablar. Mas el poderoso Cronos, de mente
retorcida, armado de valor, al punto respondió con estas palabras a su
prudente madre: “Madre, yo podría, lo prometo, realizar dicha empresa,
ya que no siento piedad por nuestro abominable padre; pues él fue el
primero en maquinar odiosas acciones.” Así habló. La monstruosa Gea se
alegró mucho en su corazón y le apostó secretamente en emboscada. Puso
en sus manos la hoz de agudos dientes y disimuló perfectamente la
trampa. Vino el poderoso Urano conduciendo la noche, se echó sobre la
tierra ansioso de amor y se extendió por todas partes. El hijo, saliendo
de su escondite, logró alcanzarle con la mano izquierda, empuñó con la
derecha la prodigiosa hoz, de enormes y de afilados dientes, y
apresuradamente segó los genitales de su padre y luego los arrojó a la
ventura por detrás. No en vano escaparon aquéllos de su mano. Pues
cuantas gotas de sangre salpicaron, todas las recogió Gea. Y al
completarse un año, dió a luz a las poderosas Erinias (La Venganza), a
los altos Gigantes de resplandecientes armas, que sostienen en su mano
largas lanzas, y a las Ninfas que llaman Melias (La Sanacion) sobre la
tierra ilimitada. En cuanto a los genitales, desde el mismo instante en
que los cercenó con el acero y los arrojó lejos del continente en el
tempestuoso ponto, fueron luego llevados por el piélago durante mucho
tiempo. A su alrededor surgía del miembro inmortal una blanca espuma y
en medio de ella nació una doncella. Primero navegó hacia la divina
Citera y desde allí se dirigió después a Chipre rodeada de corrientes.
Salió del mar la augusta y bella diosa, y bajo sus delicados pies crecía
la hierba en torno. Afrodita (la atraccion fisica, sexual) la llaman
los dioses y hombres, porque nació en medio de la espuma, y también
Citerea, porque se dirigió a Citera. Ciprogénea, porque nació en Chipre
de muchas olas, y Filomedea, porque surgió de los genitales. La acompañó
Eros y la siguió el bello Hímero (El Deseo) al principio cuando nació, y
luego en su marcha hacia la tribu de los dioses. Y estas atribuciones
posee desde el principio y ha recibido como lote entre los hombres y
dioses inmortales: las intimidades con doncellas, las sonrisas, los
engaños, el dulce placer, el amor y la dulzura. A estos dioses su padre,
el poderoso Urano, les dió el nombre de Titanes (los que abusan)
aplicando tal insulto a los hijos que él mismo engendró. Decía que en su
intento, con temeraria sensatez habían cometido un acto terrible por el
que luego tendrían justo castigo.
Parió
Nix al maldito Moros (El Destino, La Condenación), a la negra Ker (La
Muerte) y a Thánatos (El Sueño Profundo); parió también a Hipnos (El
Dador de Sueño) y engendró la tribu de los Oniros (Los Sueños). Luego la
oscura Nix, dió a luz sin acostarse con nadie a Momo (La Ironía), a la
dolorosa Oizís (La Angustia) y a las Hespérides (Las ninfas del
atardecer) que, al otro lado del ilustre Océano, cuidan las bellas
manzanas de oro y los árboles que producen el fruto. Parió igualmente a
las Moiras (femenino, plural de Moros) y las Keres (femenino, plural de
Ker), vengadoras implacables: a Cloto, a Láquesis y a Átropo que
conceden a los mortales, cuando nacen, la posesión del bien y del mal y
persiguen los delitos de hombres y dioses. Nunca cejan las diosas en su
terrible cólera antes de aplicar un amargo castigo a quien comete
delitos. También alumbró a Némesis (La Venganza), azote para los hombres
mortales, la funesta Nix. Después de ella tuvo a Apate (El Engaño), a
Filotes (La Amistad) y la funesta Geras (La Vejez), y engendró a la
astuta Eris (La Discordia). Por su parte la maldita Eris parió al
doloroso Ponos (La Fatiga), a Lete (El Olvido), a Limos (El Hambre) y
Algea (La Pena y Dolor), a las Hisminas (Las Disputas), las Macas (Los
Combates), los Fonos (Los Asesinatos), las Androctasias (Las Matanzas),
los Neikea (Los Agravios), los Pseudologos (Las Mentiras), las
Anfilogías (Las Contiendas), a Disnomía (La Ilegalidad) y a Ate (La
Ruina), todos ellos compañeros inseparables, y a Horcos (EL Juramento),
el que más dolores propicia a los hombres de la tierra siempre que
alguno perjura voluntariamente.
El
Ponto engendró al sincero y veraz Nereo (dios de la olas), el mayor de
sus hijos. Además, le llaman Viejo, porque, infalible y benévolo, no se
le ocultan las leyes divinas, sino que conoce justos y sabios designios.
Luego engendró, amancebado con Gea, al enorme Taumante (las maravillas
del mar), al arrogante Forcis (dios del peligro de las profundidades), y
a Ceto (diosa de las criaturas extrañas marinas) de hermosas mejillas ,
Euribia (la vasta violencia) que alberga en su pecho corazón de acero y
a Máximo uno de los mejores luchadores del Olimpo, salvo a la tierra y
al Olimpo innumerables veces.
Adorables
y divinas hijas nacieron en el ponto estéril de Nereo y Doris de
hermosos cabellos hija del Océano río perfecto (Las Nereidas simbolizan
todo aquello que hay de hermoso y amable en el mar): Ploto, Eucranta,
Sao, Anfítrite, Eudora, Tetis, Galena, Glauca, Cimótoa, Espeo, Toa, la
amable Halía, Pasítea, Érato, Eunice de rosados brazos, la graciosa
Mélite, Eulímene, Ágave, Doto, Proto, Ferusa, Dinámene, Nesea, Actea,
Protomedea, Doris, Pánope, la hermosa Galatea, la encantadora Hipótoa,
Hipónoe de rosados brazos, Cimódoca que calma sin esfuerzo el oleaje en
el sombrío ponto y las ráfagas de los vientos huracanados junto con
Cimatolega y Anfítitre de bellos tobillos, Cimo, Égone, Halimeda de
bella corona, la risueña Glaucónoma, Pontoporea, Leágora, Evágora,
Laomedea, Polínoe, Autónoe, Lisiánasa, Evarna de encantadora figura y
belleza sin tacha, Psámata de gracioso porte, la divina Menipa, Neso,
Eupompa, Temisto, Prónoe y Nemertes que tiene la inteligencia de su
inmortal padre. Estas cincuenta hijas nacieron del intachable Nereo,
expertas en obras intachables.
Taumante
se llevó a Electra, hija del Océano de profundas corrientes. Ésta parió
a la veloz Iris (El Arco Iris) y a las Harpías de hermosos cabellos,
Aelo (La Tormenta, el viento tempestuoso) y Ocípeta (el viento de vuelo
rápido), que con sus rápidas alas compiten con las ráfagas de los
vientos y con las aves; pues ya se lanzaban por los aires
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Extracto de "La Theogonía". Obra poética escrita por Hesíodo
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