8 septembre 2013

La Creación según los griegos

Deucalion y Pirra. Giovanni Maria Bottala. 1613-1644

<<...>> Antes que todas las cosas, en un comienzo, fue el infinito Caos. Después Gea (La Tierra) la de amplio pecho, sede siempre segura de todos los inmortales que habitan la nevada cumbre del Olimpo. En el fondo de Gea de anchos caminos existió el tenebroso Tártaro (es tanto una deidad como un lugar del Inframundo). Por último, Eros (dios de la fertilidad, la atracción sexual, el amor, el sexo), el más hermoso entre los dioses inmortales, que afloja los miembros y cautiva de todos los dioses y todos los hombres el corazón y la sensata voluntad en sus pechos. Del Caos surgieron Érebo (La Noche) y la negra Nix (La Luna). De Nix a su vez nacieron el Éter (La Luz) y Hemera (El Día), a los que alumbró preñada en contacto amoroso con Érebo. Gea alumbró primero al estrellado Urano (El Cielo) con sus mismas proporciones, para que la contuviera por todas partes y poder ser así sede siempre segura para los felices dioses. También dio a luz a los grandes Ourea (Las Montañas), deliciosa morada de diosas, las Ninfas que habitan en los boscosos montes. Ella igualmente parió al estéril piélago de agitadas olas, el Ponto (El Mar), sin mediar el grato comercio.

Luego, acostada con Urano, alumbró a Océano de profundas corrientes (enorme río que circundaba el mundo, representa a todos los cuerpos de agua salada), a Ceo (La Inteligencia), a Crío, a Hiperión (La observación), a Jápeto, a Tea (El Brillo, El Resplandor), a Rea (La Naturaleza), a Temis (La Justicia), a Mnemósine (La Memoria), a Febe de áurea corona (El Intelecto) y a la amable Tetis (diosa del mar, La Tutela). Después de ellos nació el más joven, Cronos (El Tiempo), de mente retorcida, el más terrible de los hijos y que se llenó de un intenso odio hacia su padre. Dió a luz además a los Cíclopes de soberbio espíritu, a Brontes (El Trueno), a Estéropes (El Relámpago) y al violento Arges (El Rayo), que regalaron a Zeus el trueno y le fabricaron el rayo. Éstos en lo demás eran semejantes a los dioses, pero en medio de su frente había un solo ojo. Cíclopes era su nombre por eponimia, ya que efectívamente, un solo ojo completamente redondo se hallaba en su frente. El vigor, la fuerza y los recursos presidían sus actos. También de Gea y Urano nacieron otros tres hijos enormes y violentos cuyo nombre no debe pronunciarse: Coto, Briareo y Giges, monstruosos engendros, gigantes de cien brazos y cincuenta cabezas <<...>>

Pues bien, cuantos nacieron de Gea y Urano, los hijos más terribles, estaban irritados con su padre desde siempre. Y cada vez que alguno de ellos estaba a punto de nacer, Urano los retenía a todos ocultos en el seno de Gea sin dejarles salir a la luz y se gozaba cínicamente con su malvada acción. La monstruosa Gea, a punto de reventar, se quejaba en su interior y urdió una cruel artimaña. Produciendo al punto un tipo de brillante acero, forjó una enorme hoz y luego explicó el plan a sus hijos. Armada de valor dijo afligida en su corazón: “¡Hijos míos y de soberbio padre! Si queréis seguir mis instrucciones, podremos vengar el cruel ultraje de vuestro padre; pues él fue el primero en maquinar odiosas acciones.” Así habló y lógicamente un temor los dominó a todos y ninguno de ellos se atrevió a hablar. Mas el poderoso Cronos, de mente retorcida, armado de valor, al punto respondió con estas palabras a su prudente madre: “Madre, yo podría, lo prometo, realizar dicha empresa, ya que no siento piedad por nuestro abominable padre; pues él fue el primero en maquinar odiosas acciones.” Así habló. La monstruosa Gea se alegró mucho en su corazón y le apostó secretamente en emboscada. Puso en sus manos la hoz de agudos dientes y disimuló perfectamente la trampa. Vino el poderoso Urano conduciendo la noche, se echó sobre la tierra ansioso de amor y se extendió por todas partes. El hijo, saliendo de su escondite, logró alcanzarle con la mano izquierda, empuñó con la derecha la prodigiosa hoz, de enormes y de afilados dientes, y apresuradamente segó los genitales de su padre y luego los arrojó a la ventura por detrás. No en vano escaparon aquéllos de su mano. Pues cuantas gotas de sangre salpicaron, todas las recogió Gea. Y al completarse un año, dió a luz a las poderosas Erinias (La Venganza), a los altos Gigantes de resplandecientes armas, que sostienen en su mano largas lanzas, y a las Ninfas que llaman Melias (La Sanacion) sobre la tierra ilimitada. En cuanto a los genitales, desde el mismo instante en que los cercenó con el acero y los arrojó lejos del continente en el tempestuoso ponto, fueron luego llevados por el piélago durante mucho tiempo. A su alrededor surgía del miembro inmortal una blanca espuma y en medio de ella nació una doncella. Primero navegó hacia la divina Citera y desde allí se dirigió después a Chipre rodeada de corrientes. Salió del mar la augusta y bella diosa, y bajo sus delicados pies crecía la hierba en torno. Afrodita (la atraccion fisica, sexual) la llaman los dioses y hombres, porque nació en medio de la espuma, y también Citerea, porque se dirigió a Citera. Ciprogénea, porque nació en Chipre de muchas olas, y Filomedea, porque surgió de los genitales. La acompañó Eros y la siguió el bello Hímero (El Deseo) al principio cuando nació, y luego en su marcha hacia la tribu de los dioses. Y estas atribuciones posee desde el principio y ha recibido como lote entre los hombres y dioses inmortales: las intimidades con doncellas, las sonrisas, los engaños, el dulce placer, el amor y la dulzura. A estos dioses su padre, el poderoso Urano, les dió el nombre de Titanes (los que abusan) aplicando tal insulto a los hijos que él mismo engendró. Decía que en su intento, con temeraria sensatez habían cometido un acto terrible por el que luego tendrían justo castigo.

Parió Nix al maldito Moros (El Destino, La Condenación), a la negra Ker (La Muerte) y a Thánatos (El Sueño Profundo); parió también a Hipnos (El Dador de Sueño) y engendró la tribu de los Oniros (Los Sueños). Luego la oscura Nix, dió a luz sin acostarse con nadie a Momo (La Ironía), a la dolorosa Oizís (La Angustia) y a las Hespérides (Las ninfas del atardecer) que, al otro lado del ilustre Océano, cuidan las bellas manzanas de oro y los árboles que producen el fruto. Parió igualmente a las Moiras (femenino, plural de Moros) y las Keres (femenino, plural de Ker), vengadoras implacables: a Cloto, a Láquesis y a Átropo que conceden a los mortales, cuando nacen, la posesión del bien y del mal y persiguen los delitos de hombres y dioses. Nunca cejan las diosas en su terrible cólera antes de aplicar un amargo castigo a quien comete delitos. También alumbró a Némesis (La Venganza), azote para los hombres mortales, la funesta Nix. Después de ella tuvo a Apate (El Engaño), a Filotes (La Amistad) y la funesta Geras (La Vejez), y engendró a la astuta Eris (La Discordia). Por su parte la maldita Eris parió al doloroso Ponos (La Fatiga), a Lete (El Olvido), a Limos (El Hambre) y Algea (La Pena y Dolor), a las Hisminas (Las Disputas), las Macas (Los Combates), los Fonos (Los Asesinatos), las Androctasias (Las Matanzas), los Neikea (Los Agravios), los Pseudologos (Las Mentiras), las Anfilogías (Las Contiendas), a Disnomía (La Ilegalidad) y a Ate (La Ruina), todos ellos compañeros inseparables, y a Horcos (EL Juramento), el que más dolores propicia a los hombres de la tierra siempre que alguno perjura voluntariamente.

El Ponto engendró al sincero y veraz Nereo (dios de la olas), el mayor de sus hijos. Además, le llaman Viejo, porque, infalible y benévolo, no se le ocultan las leyes divinas, sino que conoce justos y sabios designios. Luego engendró, amancebado con Gea, al enorme Taumante (las maravillas del mar), al arrogante Forcis (dios del peligro de las profundidades), y a Ceto (diosa de las criaturas extrañas marinas) de hermosas mejillas , Euribia (la vasta violencia) que alberga en su pecho corazón de acero y a Máximo uno de los mejores luchadores del Olimpo, salvo a la tierra y al Olimpo innumerables veces.

Adorables y divinas hijas nacieron en el ponto estéril de Nereo y Doris de hermosos cabellos hija del Océano río perfecto (Las Nereidas simbolizan todo aquello que hay de hermoso y amable en el mar): Ploto, Eucranta, Sao, Anfítrite, Eudora, Tetis, Galena, Glauca, Cimótoa, Espeo, Toa, la amable Halía, Pasítea, Érato, Eunice de rosados brazos, la graciosa Mélite, Eulímene, Ágave, Doto, Proto, Ferusa, Dinámene, Nesea, Actea, Protomedea, Doris, Pánope, la hermosa Galatea, la encantadora Hipótoa, Hipónoe de rosados brazos, Cimódoca que calma sin esfuerzo el oleaje en el sombrío ponto y las ráfagas de los vientos huracanados junto con Cimatolega y Anfítitre de bellos tobillos, Cimo, Égone, Halimeda de bella corona, la risueña Glaucónoma, Pontoporea, Leágora, Evágora, Laomedea, Polínoe, Autónoe, Lisiánasa, Evarna de encantadora figura y belleza sin tacha, Psámata de gracioso porte, la divina Menipa, Neso, Eupompa, Temisto, Prónoe y Nemertes que tiene la inteligencia de su inmortal padre. Estas cincuenta hijas nacieron del intachable Nereo, expertas en obras intachables.
Taumante se llevó a Electra, hija del Océano de profundas corrientes. Ésta parió a la veloz Iris (El Arco Iris) y a las Harpías de hermosos cabellos, Aelo (La Tormenta, el viento tempestuoso) y Ocípeta (el viento de vuelo rápido), que con sus rápidas alas compiten con las ráfagas de los vientos y con las aves; pues ya se lanzaban por los aires <<...>>

Extracto de "La Theogonía". Obra poética escrita por Hesíodo

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